La Iglesia mexicana vive pendiente de Salvador Rangel, obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa, que hace semana y media estuvo desaparecido un par de días, en condiciones un tanto extrañas. Mediador de los grupos criminales de Guerrero, amenazado de muerte, como dijo el mismo hace un par de meses, Rangel se ha convertido además en el último motivo de disputa entre la Fiscalía de Morelos, donde desapareció el prelado, y el Gobierno del Estado, en manos de Morena. La primera apunta a un secuestro exprés en la desaparición del religioso, el segundo, a una juerga que se le fue de las manos.